EL
RESPETO A LA VIDA HUMANA
I. VALOR DE LA VIDA HUMANA
Iniciando el nuevo milenio una cosa
es clara para la mayoría de los seres humanos extendidos por todo el planeta:
“La vida es sagrada”, sin embargo, tenemos que preguntarnos ¿Por qué entonces
es tan poco respetada? Y es que es evidente que vivimos una cultura de muerte.
Miles de personas mueren diariamente, y no precisamente de forma natural, sino
por las guerras, la violencia, experimentos científicos, el hambre, etc. Se ha
llegado a hablar incluso de una especie de “conjura contra la vida” al
constatar día con día las sistemáticas agresiones contra este valor
prioritario.
Las causas de esta crisis son
múltiples, por ejemplo: un enfoque positivista de la existencia humana, un
hedonismo egoísta y utilitario, una comprensión de la libertad humana desde la
clave de una subjetividad exasperada, la primacía del interés económico, un
olvido del lugar de la persona en la creación, la posibilidad de jugar a ser
Dios, y, sobre todo, la pérdida del sentido de la vida.
Ante tal estado de la situación, la
preocupación ética se hace indispensable y necesaria, no obstante que son
todavía muchos los que piensan, apoyados en una imagen de la moral demasiado
caricaturizada, que la reflexión ética no cabe en un mundo científico,
democrático y pluralista como el nuestro.
Sin embargo, no podemos, ni
debemos, olvidar que la dimensión ética es imprescindible en la cualquier
actividad verdaderamente humana, una decisión, sino es insensata, se toma a
partir de unos presupuestos y finalidades determinadas, que la adjetivan
invariablemente como moral. Y es que el hombre necesita ciertos criterios que
estructuren y den coherencia a su conducta y a su forma de actuar, pues de lo
contrario, no sabría porque se comporta de una u otra manera, ni que elegir
cuando se le presentan diversas alternativas. En otras palabras, la dimensión
ética va configurando las decisiones que armoniza la personalidad y reajusta
interiormente al ser humano para darle un sentido coherente a la vida.
Ante lo señalado es que se impone
una reflexión moral sobre los desafíos actuales que se le plantean a la vida
misma en un mundo tan altamente tecnificado, pero que muchas veces carece de
una orientación clara de hacia donde quiere ir. Así nosotros en esta primera
sesión trataremos simplemente mostrar por qué vida es para nosotros un bien tan
valioso que merezca darle una orientación.
Y es que, aunque es claro que el
respeto a la vida aparece como uno de los principios más fundamentales y
evidentes en todas las ideologías y culturas, y su fundamentación aparentemente
no necesita ningún esfuerzo racional, pues constituye una exigencia básica del
sentido común, dado que sin conservar y cumplir este valor no hay ninguna
posibilidad de convivencia y armonía entre los seres humanos y no es posible
ningún tipo de relación humana; os hombres, de todos los tiempos, han intentado
buscarle una justificación racional, como si esta intuición generalizada no
fuera del todo convincente o pudiera ser demasiada ambigua, sin argumentaciones
más concretas.
Santo Tomás de Aquino sin duda ha
sido uno de los autores que supo presentar mejor el valor de la vida rechazando
cualquier atentado contra ella, ya sea personal o ajena. Su racionamiento gira
en torno a tres ideas principales:
a) Todo ser se ama por una
inclinación natural a sí mismo,
que le lleva a luchar por su propia conservación y defenderse de todo aquello
que pueda destruirlo.
b) La dimensión social es un segundo
punto que resalta, recogiendo una idea subrayada por Aristóteles. La vida de
cada individuo pertenece de alguna manera al patrimonio común, “como parte
la parte, en cuanto tal, es algo de un todo”.
c) La tercera consideración tiene
una base profundamente religiosa, que ya estaba presente en las páginas del AT
y se ha mantenido de una manera constante a lo largo de toda la tradición
cristiana. La vida se considera un regalo de Dios. Si Él es el dueño y
creador, la vida es una realidad de la que no podemos disponer, pues somos
simples administradores de ella.
De estas afirmaciones podemos
concluir que la protección a la vida y su promoción son unas exigencias humanas
y que toda persona tiene derecho a vivir dignamente y a poseer los medios
necesarios para prevenir y recuperar la salud.
Y en el terreno práctico el
derecho a la vida debe traducirse en un primer imperativo para toda persona:
respetar la vida propia y la ajena, este “sí” a la vida representa un
compromiso ético para que todo hombre viva según su dignidad y conserve su vida
desde su inicio hasta su muerte. Desde el “sí” a la vida se comprende mejor el “no”
rotundo a cuanto se oponga a una vida dignamente vivida.. Esta opción concreta
se traduce en la denuncia contra todo agente destructor de la integridad de la
existencia, como sucede con la tortura y la mutilación, pero también en un
compromiso permanente para promover acciones que aseguren la promoción de la
vida humana.
El problema ético consiste en
discernir adecuadamente en situación de conflictos de valores cuándo y cómo
actuar en situaciones concretas donde se pone en juego la vida o la dignidad de
las personas. De esta manera la opción por una vida digna presupone, ante todo,
unos criterios y unos fundamentos necesarios para comprender el sí o el no ante la situaciones reales que nos interpelan constantemente.
La bioética juega un papel
fundamental ya que a través del conocimiento de la misma y de su participación
en la generación y aplicación del conocimiento científico, se pueden considerar
los caminos más adecuados para fortalecer actitudes encaminadas a valorar y
cuidar la vida. Estas decisiones consideradas desde un entorno real y desde la
situación cultural, política, económica y humana que nos toca vivir
II. EL TÉRMINO
BIOÉTICA Y SU PROBLEMÁTICA
Históricamente, la bioética ha
surgido de la ética médica, centrada en la relación médico-paciente. Respecto a
ésta última, la bioética supone un intento de conseguir un enfoque secular,
interdisciplinario, prospectivo, global y sistemático, de todas las cuestiones
éticas que conciernen a la investigación sobre el ser humano y en especial a la
biología y la medicina
El término bioética es de acuñación
reciente (años 70). Nacido en el ambiente anglosajón, ha encontrado favorable
acogida en las restantes áreas lingüísticas. La composición de la raíz griega
alude a dos magnitudes de notable significación: bios (vida) y ethos
(ética). Propósito general de la bioética es lograr "composición” entre
estas dos realidades de la vida y de la ética. Para Van Rensselaer Potter
(1971) uno de los primeros en utilizar el término "La bioética consiste
fundamentalmente en servirse de las ciencias biológicas para mejorar la calidad
de vida". En estas consideraciones se advierte de inmediato tanto la
amplitud del significado como la consiguiente imprecisión del contenido. Hay
quienes, situados en el extremo opuesto, limitan la relación entre vida y
valores éticos en el área de la actividad médica. Según esta consideración,
bioética vendría a ser un nuevo término para expresar el viejo concepto de
ética médica.
En el momento actual, la norteamericana
"Encyclopedia of Bioethics"
marca el significado vigente de la bioética, la cual puede ser definida como
"El estudio sistemático de la conducta humana en el área de las
ciencias de la vida, como biología, la medicina, la antropología, la sociología".
El análisis de los temas, aunque tiene una omnipresente referencia a la ética,
tiene que ser llevado a cabo mediante una metodología interdisciplinar;
ciencia, derecho, política son magnitudes imprescindibles para configurar la
bioética.
En
este contexto es que la ciencia de la bioética se ha establecido
progresivamente como la plataforma común sobre la cual expertos de diversas
disciplinas como la medicina, la filosofía, las leyes, la teología y las
ciencias sociales colaboran para resolver problemas comunes en el ámbito de la
salud pública.
Durante mucho tiempo los
problemas morales de la biomedicina han estado orientados y regulados
básicamente por dos instancias: la moral religiosa y los códigos deontológicos.
Sin embargo la bioética se ha configurado a partir de las desconfesionalización
de la ética y liberándose del predominio de la codificación deontológica, lo
cual significa que la bioética ha de apoyarse en la racionalidad humana,
secular y compartida por todas las personas, y ha de situarse en el terreno
filosófico, buscando un paradigma de racionalidad ética que se sitúe más allá
del ordenamiento jurídico y deontológico, y más acá de las convicciones
religiosas.
Desde este punto de vista la preocupación ética que
estuvo centrada sobre las condiciones básicas y elementales para la vida como
simple subsistencias ha pasado a un segundo puesto, pues parece que tal
presupuesto es hoy demasiado limitado e indigno de una sociedad desarrollada. Así, desde hace poco el interés se ha
proyectado sobre la calidad que merece la vida humana. El hecho de existir no
parece digno ni apetecible, sino va acompañado de otra serie de cualidades y
exigencias que lo hagan más preciable y gustoso.
En este contexto es en Estados Unidos, por ejemplo,
donde se aprueba por primera vez un documento, que va a tener una pronta e
importante repercusión, tanto en la bioética, como en la praxis sanitaria: la
carta de los derechos de los enfermos de los hospitales privados norteamericano
quienes reconocen cuatro derechos fundamentales : a la vida, a la asistencia
sanitaria, a la información y a la muerte digna; apreciándose en ellos un
cambio cualitativo en la visión que se tenía sobre el paciente y la bioética.
Por otro lado, el término bioética corresponde más a
las siguientes nuevas características de esta área:
a)
Apertura significativa a temas nuevos, que deben
tratarse desde la ética y que desbordan de forma importante a los que eran
tratados en los clásicos de Ética y Moral médica.
b)
Apertura a un proceso de secularización que afecta
muchos ámbitos de la sociedad occidental.
c)
El tercer factor se refiere a proceso de socialización
de la medicina, que ha afectado de forma irreversible a muchos países
d)
Por último, es muy importante tener en cuenta que la
bioética, desde su propia etimología, desborda las temáticas de las clásicas o
moral médica, ya que no sólo se refiere a los problemas que surgen en el ámbito
sanitario, sino que incluyen una preocupación ética generalizada por toda la
vida (bios).
De lo anterior es que se exige que la ética sea un
elemento imprescindible de cualquier actividad humana y que cada vez más vaya
ampliando sus alcances especialmente en el terreno de la vida.
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